Hay falacias que se arraigan. Una de ellas es considerar a Cristo como algo antiguo y que no tiene nada que ver con el día a día. Incluso muchas veces lo vemos distante y completamente independiente de nuestras vidas. Es como si existiera un divorcio mental entre Cristo y nuestra realidad. Lo anterior es una lástima. Tengo que decirlo: Cristo es el hecho de mayor vigencia y con una influencia de tal magnitud, que aquel que lo conoce, así sea de reojo, comienza a percibir su influencia en cada aspecto de la vida. No es que la gente tenga tanta desesperación que se aferra a lo primero que se le atraviesa: es que las maravillas que Él hace en nuestras vidas lo ubican en un presente constante. Yo no creo que Cristo sea una promesa de esas que anuncian paraísos futuros… eso es de humanos y de política populista. Cristo es una realidad presente, una fuerza extraordinaria que impulsa, que emociona y que nos sumerge en aquella famosa paz que sobrepasa todo entendimiento. Inevitablemente aquell
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