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Mostrando entradas de 2011

Las malas compañías

Joan Manuel Serrat tiene una canción titulada: las malas compañías. Puede sonar divertida, pero en el fondo muestra lo inconveniente que es juntarse con personas alejadas de la virtud. Serrat menciona que sus amigos son imprudentes, abusivos y hasta acosadores sexuales. Como serán de fastidiosos, que los echan a patadas de las fiestas. Muchos adolescentes piensan que ese tipo de amistades son lo máximo… y se equivocan. Ese tipo de amistades inevitablemente hacen que incurramos en errores y tomemos malas decisiones que pueden destruir nuestra vida. En otras palabras: nadie puede estar feliz si se rodea de malas compañías. El Salmo 1,1 dice: Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores, ni cultiva la amistad de los blasfemos. Las pésimas decisiones, fruto del árbol prohibido de las malas compañías, también nos pueden llevar a enormes crisis económicas o emocionales. Proverbios 18:24 dice: Hay amigos q

No insista... ¡Persista en la visión!

Todos conocemos a alguien que es tan, pero tan insistente, que resulta fastidioso. Hay hijos que a punta de insistencia, pretenden conseguir lo que quieren. Hay padres que insistiendo, a lo que denominamos cantaleta, buscan corregir a sus hijos y formarlos solo con insistir en lo mismo. El diccionario define insistir como repetir la súplica o petición, reiteradamente. Otra definición es apretar o urgir la pronta ejecución de algo. Ahora apliquemos estas definiciones desde la perspectiva de la oración: repetir la súplica o petición (no concentrarnos en Dios) o utilizar la oración para apretar o urgir la ejecución de algo. ¿Y a quién le urge ese que usa la oración para insistir? Pues a Dios. Ahora quiero invitarlo a que recuerde a alguien insistente… ¿Ya lo hizo? Seguramente coincidirá conmigo en que es un martirio. Muchas veces, los cristianos vemos la oración como un largo momento de insistencia, al punto de convertirla en un pliego de peticiones que se repite una y otra vez. E

¿Cómo hago para vivir en el mundo?

Me encontraba en medio de una encrucijada: ¿cómo puedo estar en el mundo, sin contaminarme con él? Entonces comencé a recorrer algunas páginas noticiosas en internet, no para buscar respuestas, sino para evitar seguir pensando en las aflicciones. De golpe me tropecé con una encuesta que me invitaba a saber si yo estaba in o out. Y fue revelador: en la encuesta encontré algunas cadenas con las que el mundo quiere atarnos, para convencernos de que sus designios, y no los de Dios, son la verdad que todos debemos asumir obedientes. Había de todo: desde las órdenes para estar a la moda en tecnología, pasando por los últimos chismes de la farándula, el estilo de la ropa, los accesorios y el color para el automóvil, la tendencia actual para la decoración de la casa, la moda para las mascotas y los términos que no pueden faltar en el vocabulario de la gente in. ¡Qué carga, por Dios! Si me dedicara a la actualización constante de lo que está in, y a comprar los cachivaches que algunos impon

La tragedia de Japón

Las imágenes de la tragedia ocurrida en Japón son traumáticas: además de la devastación, similar a la que se observa en los archivos fotográficos de las ciudades bombardeadas durante la Segunda Guerra Mundial; resulta doloroso pensar en nuestra impotencia para apoyar a esa miles de personas que hoy padecen las consecuencias del terremoto y del tsunami. Viendo el sufrimiento, y constatando el proceso crítico que se está viviendo en la planta nuclear de Fukushima, que podría ocasionar una tragedia nuclear en Japón, algunos afirman que la situación en el país del Sol Naciente es la demostración de que Dios no existe. A esos apurados que reniegan de la fe, Dios se encargará de darles respuesta. Otros, creyentes ellos, se preguntan ¿y por qué Dios permite que ocurran estas desgracias? Para tratar de comprender la situación, es importante comenzar por una realidad: parte de la tragedia es consecuencia de la actividad del hombre. En el caso de la planta nuclear, los informes señalan que

Dios es más que un medio para combatir la depresión: está cerca para acompañarnos y llevarnos a la victoria

Dios es generoso: no se queda solo con ser el medio, sino que nos lleva de la mano en la batalla. Por favor, no pierda de vista un asunto fundamental para vacunarse contra la depresión: que Dios está a una mano de distancia. Con Dios ocurre, guardadas las proporciones, como sucede con cualquier padre que comparte con sus hijos pequeños en el parque: aunque está muy cerca los deja jugar, se goza con su alegría, pero si tropiezan o son amenazados, salta de la banca como un resorte para estirar su mano y salvar a su pequeño. Eso ya lo sabía David, como lo señala en el Salmo 34,18 : El Señor está cerca, para salvar a los que tienen el corazón hecho pedazos y han perdido la esperanza. Es que Dios sabe que las aflicciones son heridas dolorosas en sus hijos, y como tal, Él se convierte en bálsamo para sanar las llagas que produce la depresión. ¡Utilícelo! El ungüento de Dios es poderoso y efectivo y por tal motivo, es imprescindible en el botiquín de primeros auxilios que utilizamos

Otros componentes de la vacuna contra la depresión: reconocer las amenazas

La depresión, o la aflicción, no son cosas lejanas al ser humano. Hemos visto que David manifestó abiertamente su aflicción. Salomón también habló de la depresión en Proverbios 17,22 e Isaías 9,2 describe la depresión como “andar en tinieblas y morar en tierra de muerte. Ciertamente la aflicción es comparable a la oscuridad y por tal motivo, la única posibilidad de contrarrestar esas tinieblas es la luz de Dios. Es más: esa oscuridad generalmente proviene del mundo, en un intento por separarnos de Cristo y capturar toda nuestra atención en los problemas y angustias que generan la aflicción. El mundo por fuera de Cristo tiene muchas trampas para separarnos de Él: angustia, necesidades, peligros y humillaciones son, entre otras, amenazas a las que les damos poder cuando nos concentramos en ellas. Sin embargo, cuando se padecen estas amenazas, nos afligimos y en algunos momentos, caemos en la trampa de quitar nuestra mirada de Dios. De hecho, Pablo en Romanos 8,35 se pregunta

Recomendaciones para el matrimonio cristiano

(Extractos tomados de la Biblia Reina Valera 60 y/o 95) 1. PARA LOS ESPOSOS AMAR CON UNA ENTREGA TOTAL Ef. 5: 25 y 26. 25 Maridos: Amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella, 26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra SUSTENTAR Y CUIDAR Ef. 5: 28 y 29. 28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama, 29pues nadie odió jamás a su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida, como también Cristo a la iglesia. Ef. 5: 31, 32 y 33. 31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio, pero yo me refiero a Cristo y a la iglesia. 33 Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido. NO SER ÁSPEROS Col. 3: 19 Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. DAR EL HONOR QUE CORRESPONDE

Algunos componentes de la vacuna contra la depresión: oración, alegría, esperanza y confianza en Dios

Cuando Jesús sintió aflicción, no se quedó compadeciéndose de sí mismo: fue de inmediato a orar. Él se comunicó con el Padre y se le entregó por completo. Jesús se concentró en Dios y oró tres veces: ¡Así era de grande la aflicción! Pero no se dio por vencido, sino que puso todo de su parte para no distraerse en todo aquello que generaba su angustia. Es que la oración pone el foco en Dios y nos permite negarle la atención a las aflicciones del mundo. En Santiago 5,13 dice: Si alguno de ustedes está afligido, que ore. No obstante, la oración no puede estar desprendida de dos actitudes: la alegría y la esperanza. Muchos dirán ¿Y si estoy afligido, cómo voy a estar alegre y esperanzado? Comencemos por lo fundamental: que alegría y esperanza describen la forma en que nos disponemos a enfrentar las aflicciones. La oración puede llegar a ser lastimera en medio de un fuerte dolor, pero nuestra contribución es estar dispuestos y esforzarnos por recuperar la alegría y la esperanza.

Jornada de vacunación contra la depresión

Jesús fue claro en Juan 16,33 : En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo. En algunos momentos de nuestra existencia, la aflicción se apodera de nuestro corazón y de nuestra mente y en ocasiones es tan fuerte el peso, que le entregamos el control de nuestra vida: dejamos que el dolor decida, que nos paralice y que nos aleje de Dios. La aflicción nos distrae: quitamos la mirada de Dios para ponerla en el motivo de la tristeza. Pero la cosa puede ser más complicada, pues los cristianos sabemos que la aflicción tiene a la duda como componente fundamental y entonces sentimos que estamos pecando. ¡Qué horror! A la carga de la depresión, le sumamos el sobrepeso de la culpa. Ahí estamos fallando. Ciertamente la duda le desagrada a Dios, pero no podemos perder de vista lo fundamental: que Dios es nuestro Padre. Así las cosas, Él entiende que la aflicción es un asunto que muchas veces es inherente al ser humano. Es más: desde David hasta Jesús sintieron afl

Oración efectiva y eficaz

Algunos se preguntan, ¿por qué razón mis oraciones no son efectivas? Incluso, cuando oramos con ellos, o nos cuentan la forma en que realizan sus oraciones, encontramos que son bien elaboradas, que incluyen la alabanza, el reconocimiento de los pecados, la súplica por el prójimo, las peticiones por sus propias necesidades y la acción de gracias. Entonces, ¿qué está fallando? Leyendo la Carta a los Romanos, Pablo explica que si bien es cierto que la metodología es necesaria, hay un componente decisivo y mucho más importante que no podemos omitir: el Espíritu Santo. En muchas ocasiones, olvidamos invitar al Espíritu Santo a participar y actuar en cada aspecto de nuestras vidas, incluida la oración. Por tal razón, para que el Espíritu actúe, necesitamos tener a Cristo en el corazón, viviendo en nosotros como el residente más importante, al que le ofrecemos lo poco que podemos brindar. Es más: la presencia de Cristo es posible porque Dios nos ha hecho justos, es decir, nos ha