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Las malas compañías

Joan Manuel Serrat tiene una canción titulada: las malas compañías. Puede sonar divertida, pero en el fondo muestra lo inconveniente que es juntarse con personas alejadas de la virtud.

Serrat menciona que sus amigos son imprudentes, abusivos y hasta acosadores sexuales. Como serán de fastidiosos, que los echan a patadas de las fiestas. Muchos adolescentes piensan que ese tipo de amistades son lo máximo… y se equivocan. Ese tipo de amistades inevitablemente hacen que incurramos en errores y tomemos malas decisiones que pueden destruir nuestra vida. En otras palabras: nadie puede estar feliz si se rodea de malas compañías. El Salmo 1,1 dice: Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores, ni cultiva la amistad de los blasfemos.

Las pésimas decisiones, fruto del árbol prohibido de las malas compañías, también nos pueden llevar a enormes crisis económicas o emocionales. Proverbios 18:24 dice: Hay amigos que llevan a la ruina. Es que por la influencia de las malas compañías, incluso se han desintegrado naciones, como le ocurrió al rey Roboam, quien había asumido el trono de Israel en remplazo de su padre Salomón. En aquel momento, la situación del pueblo de Israel era difícil. Entonces Roboam les pidió consejo a los ancianos que habían trabajado con su padre y ellos le dijeron: 1 Reyes 12,7: —Si hoy te pones al servicio de este pueblo y les respondes con buenas palabras, ellos te servirán siempre.

Pero Roboam, acostumbrado a las malas compañías, dudó del consejo. ¿Por qué dudó? Porque el que anda entre la miel, algo se le pega. En otras palabras: estaba tan mal rodeado, que se había sumergido en las turbias aguas de los aduladores del poder y por tal motivo, no sentía válido ese consejo. Es que él era el rey, y como tal, creía que tenía que someter, imponer y hacerse sentir, lo que es contrario a la actitud constante de servicio que deben tener los gobernantes. Entonces Roboam buscó a sus amigos para que le aconsejaran mejor, es decir, para que le dijeran lo que quería escuchar. Cuenta la Biblia en 1 Reyes 12,10 que aquellos jóvenes, que se habían criado con él, le respondieron:

—A esta gente que te ha pedido que aligeres el yugo que tu padre les impuso, debes responderle lo siguiente: ‘Si mi padre fue duro, yo lo soy mucho más; 11si él les impuso un yugo pesado, yo lo haré más pesado todavía; y si él los azotaba con correas, yo los azotaré con látigos de puntas de hierro.’

¡Ese fue el consejo! Impóngase, no ve que usted es el rey. Sus “amigos” le dijeron lo que quería escuchar. ¿Y en qué termino el consejo de los amigos de Roboam? 1 Reyes 12,12: 12Al tercer día volvió Jeroboam a presentarse con todo el pueblo ante Roboam, como el rey les había dicho. 13Pero el rey les contestó duramente, sin hacer caso del consejo que le habían dado los ancianos, 14y les repitió lo que le habían aconsejado los muchachos: que si su padre les había impuesto un yugo pesado, él les impondría uno más pesado todavía, y que si su padre los había azotado con correas, él los azotaría con látigos de puntas de hierro. 15El rey, pues, no hizo caso del pueblo.

Ante semejante respuesta, la gente se rebeló contra Roboam y perdió el control de su reino. En resumidas cuentas: Israel se rebeló contra la dinastía de David. Así terminan los consejos de las malas compañías… en tragedia y desastre.

La Biblia es clara: en 2 Corintios 6:14 dice: No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo.

Este si es un consejo de verdad: no se unan en yugo desigual. El yugo es un instrumento de madera al cual, formando yunta, se sujetan por el cuello las mulas, o por la cabeza o el cuello, los bueyes, y en el que va sujeto el timón del arado. Ese yugo implica tirar para el mismo lado.

Si soy cristiano, tengo que estar sujeto a alguien que tenga los mismos valores, los mismos principios. Si me uno en yugo con alguien que odia a mi nación, por ejemplo ¿qué se obtiene? Si me uno en yugo con alguien que no practica los mandamientos, ¿qué logro? Si quiero brillar, ¿Cómo me puedo unir con alguien que es tiniebla?

Cuidado: el yugo desigual no se refiere exclusivamente al matrimonio. De hecho, el concepto incluye amistades, noviazgos y todas las formas de relación entre los seres humanos.

Evitemos las malas compañías, pues tal situación siempre traerá inconvenientes para nuestra vida y sobre todo, terminarán por alejarnos del camino y de la voluntad de Dios.

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