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Cristo es actual

Muchos escuchamos testimonios sobre las bendiciones e incluso sobre los milagros que Jesús obra en la vida de algunos. Y ahí surge la pregunta:¿Por qué a ellos sí y a nosotros no?

Todo parte de una mezcla de desconocimiento y de ingratitud. Desconocimiento porque no vemos las bendiciones que recibimos cada mañana, desde el momento en que abrimos los ojos al despertar. El hecho de estar vivos es una bendición enorme, y de una complejidad tal, que muchas veces la pasamos por alto. Mira el milagro de tu despertar: ¿Cuántos órganos han permanecido en perfecto funcionamiento para que tengamos el regalo de un nuevo día? Recuerdo a alguien que compró un vehículo en un concesionario... estaba feliz con su carro nuevo, pues tenía lo último en tecnología y una garantía tan amplia que se mostraba lo seguros que estaban los vendedores del producto. Pero esa misma noche, mientras el feliz conductor salía de una cena, el carro falló. ¿Pero si es un carro nuevo? ¿Lo compré hoy? Me decía extrañado y molesto por la situación.

A lo que me refiero es que un auto nuevo, cero kilómetros, puede fallar en cualquier momento... y eso que no es tan complejo como el cuerpo humano. Entonces, cada mañana abre los ojos y date cuenta que un nuevo día en tu vida es un milagro que te permite seguir encaminado en tu misión.

Antes mencionaba la ingratidud. Recibimos tanto que en muchas ocasiones nos olvidamos de agradecerle a Dios. La Biblia dice "En TODO dad gracias" y esa actitud no solo te permitirá un mejor contacto con Dios, sino que además te abrirá muchas puertas en tu vida diaria.

En los momentos difíciles, dale gracias a Dios. Tu no sabes por qué, pero Él si. En aquellas situaciones de alegría, dedícale un instante a Dios y dale gracias. Tú sabes el motivo y Él se regocija junto a ti. Cuando veas a tus amigos -¡qué difícil encontrar amigos y conservarlos!, dale gracias a Dios. Cuando salgas de tu casa y tengas que montarte en un bus, agradécele que exista ese medio de transporte y un ser humano dispuesto a servirte para llevarte a tu destino. Y claro, si tienes carro, así sea un cacharro, agradecelo de todo corazón. Y al llegar a tu trabajo o estudio, agradece ese regalo y asúmelo con todo el entusiasmo, pues es una bendición que te permite crecer y fortalecerte para la misión que encomendó.

Ya en la noche, cuando llegues a tu casa, mírala y dale gracias a Dios por ese palacio que te obsequió: es tu mirada la que define si tienes una choza o una mansión y es tu gratitud la que decora cada rincón. Y cuando alguien te espera allí, agradece también su presencia, su compañía y su cariño. Si los tienes, mira a tus hijos y disfruta de semejante bendición que le ha dado futuro a tu vida. Al acostarte, si estás casado, agradece la presencia de esa persona que te acompaña, que te apapachurra y te da calor en las noches de frío.

Muchas veces olvidamos que la gratitud es una forma de oración. Cristo es muy actual, tanto que muchas veces se vuelve común en nuestras vidas y es tan evidente su presencia, que no la notamos. Por eso no hay que preguntarse el por qué no nos pasa algo, sino comenzarlo a buscar en nuestras vidas para agradecerlo.

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