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¿Pedirle a Dios?

Hay personas que reducen a Dios a la categoría de inmobiliaria, o de concesionario de autos, o de simple banco de créditos. Sus rogativas, a las que llaman oración, se circunscriben a pedir, pedir y pedir.

Siempre me ha parecido que pedirle algo a Dios es casi un irrespeto. Sobra decir que soy un ser humano común y corriente que también ejerce el cargo de padre de familia. Casi siempre se lo que necesitan mis hijos, busco la manera de satisfacer sus necesidades y en muchas oportunidades ellos no tienen que pedirme algo, pues creo conocerlos lo suficiente para saber lo que requieren.

Si eso pasa conmigo, ¿qué se puede esperar de Dios? Él nos conoce mejor que nosotros mismos, tiene claras todas y cada una de nuestras necesidades y, sobre todo, de nuestra capacidad para administrar sus bendiciones. También, y esto me parece importante, Él es el único que conoce los planes y por lo tanto, puede que aparentemente nosotros necesitemos algo, pero Él sabe si realmente eso encaja en sus propósitos.

Por todo eso, desde hace mucho tiempo he tenido problemas para pedirle algo a Dios: solo agradezco, con todas mis fuerzas, lo que Él me otorga y las cosas maravillosas que pasan en mi vida y en la de mi familia.

Sin embargo, también es claro que la Biblia habla de pedir con fe y que Dios responde. Incluso hace algún tiempo recibí un correo en el que decía que Dios solo tiene tres formas de responder a las peticiones:
Si.
No, porque tengo algo mejor.
Si, pero debes esperar.

Así no me guste pedir, de alguna manera todos le pedimos algo a Dios y eso es bueno, pues pareciera ser una situación que Él propicia para afianzar la fe.

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